También hay agua entre mis ojos y la pantalla, apenas una fina capa, debe ser la respuesta automática que el cuerpo tiene como defensa a tanta información inútil, llamadas contra la puerta que se yergue igual de orgullosa que inútil ante el desierto.
La máquina intenta centrifugar, oigo como miles de gotas se separan, parece que dejaran atrás una casa en llamas, corren en todas las direcciones, ninguna de ellas tiene muy claro a donde ir.
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