1 jun 2023

Rosana Acquaroni, 18 ciervas.

Descubrimiento:


Para muestra un botón, hacía tiempo que un poema no me dejaba sin palabras: 

***

Vi la cierva que el bosque
eligió para mí como encendida
quietud tras el ramaje.

No me atreví a moverme.

Mi corazón cosía sus pedazos
de piel entre las hojas.

Solo un perfil mostraba.
Era un ojo que mira
como un hueso de níspero
flotando en el estanque.

Habló mientras la nieve

se cubría de pájaros.

Hay que vivirlo todo—.

Y en su hocico de musgo
temblaba un avispero.

Después,

suspendido ya el tiempo

atrapada en el ámbar del instante

levantó la cabeza

–su tronco moteado,

sus cuatro extremidades–.

Desde entonces

me digo la verdad.

 

Cada mañana vuelvo
a la senda vacante
por ver si ella me aguarda.

En las horas de insomnio
siento su lengua que me arde
como un alga en la cara.

Ya me vence el cansancio.

Pero si ella regresa,
si la cierva viniera de nuevo a mis oídos
yo les pondría fin

a estas palabras.

***



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