Haciendo fotos, soy como el asesino que prepara
meticulosamente la escena del crimen: la coartada, las posibles
reacciones de los implicados, el ángulo por el que se filtrará la luz y
deslumbrará al jefe de seguridad, la escapada, el coche en marcha en la
puerta. La pistola temblando dentro del
bolsillo de la gabardina, pero si no está todo perfecto, se quedará en
mi mano hasta la próxima oportunidad, en la que esté segura de que todo
saldrá bien. Entonces sí, una luz me lo dice, una expresión o dos
diagonales que se cruzan, sonrisa en la cara, sé que es el momento justo
de DISPARAR.
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