En esas escaleras por la noche, Jana metió los pies en el agua y casi se le congelan, comimos chocolate que trajo Enrico y no podiamos parar de mirar el cielo tan oscuro y con tantas estrellas. Dijimos gracias una sola vez y luego vino el silencio. Nos estabamos despidiendo sin saberlo, de el camino.
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