Alguien silva,
golpea en la mesa,
teclea a ritmo de jazz
y volumen de hardrock.
Suficiente para poner
todas tus notas de punta,
entonar la melodía del fuera de quicio
y sentarse,
poco después en la ventana
a mirar lejos
y pensar,
que también se pasa el sol el día girando,
para volver a salir por el mismo sitio.
Pues sí... será eso del "eterno retorno" que nos hace estar libres pero atrapados a la misma vez.
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