Como dice Ariadna,
la vida es como el jazz,
alguien ajusta tres notas
y le suenan bien,
te las susurra al oido
y le aplaudes.
Se atreve a cantar más fuerte
y tu sigues aplaudiendo.
Así de la cintura cogidas,
vais por la sexta nota
y da tiempo a la séptima
antes de que te quedes
de nuevo cantando sola.
Miras hacia el cielo esperando la lluvia.